EL ARTE NOVOHISPANO
ESCUELA SECUNDARIA GENERAL «PAPANTLA»
PROFESOR: JOSÉ VILLAGÓMEZ REYES
HISTORIA II
2° de Secundaria
Historia
EL ARTE NOVOHISPANO
PDA: Aprende los rasgos
principales de las ciencias y artes novohispanas entre los siglos XVI y XVII.
Además, reconoce las características del periodo Barroco.
Énfasis: Conocer las características del Barroco y su expresión mexicana.
Asimismo, conocer a Sor Juana Inés de la Cruz y su obra como ejemplo de la literatura del Barroco novohispano.
En la sesión de hoy enfocarás la
mirada en el arte novohispano, en particular revisarás el estilo denominado
Barroco, y abordarás a una de las más grandes poetisas de esta época, auténtico
símbolo de la cultura virreinal: Sor Juana Inés de la Cruz.
Barroco es una palabra que proviene del vocablo portugués barroco, en español su equivalente
es barrueco. Término utilizado para designar a las perlas
que no tienen un perímetro regular,
es decir, que tienen protuberancias y deformaciones. La palabra barroco también
se emplea para nombrar a aquello que está excesivamente recargado u
ornamentado.
Sin embargo, la acepción
que nos ocupa es aquella que hace referencia a un movimiento cultural
ampliamente extendido desde 1600 hasta 1750, aproximadamente. Para comprender
qué es el Barroco debemos remontarnos a la Europa occidental del siglo XVI.
En Alemania, las
ideas del fraile agustino Martín Lutero dieron lugar al movimiento conocido como
Reforma Protestante. Lutero dirigió una serie de
críticas y señalamientos en contra de la iglesia católica, particularmente
reprochó la venta de indulgencias para financiar la construcción de la Basílica
de San Pedro en Roma. Por su parte, la iglesia católica emprendió la
Contrarreforma.
Estos
enfrentamientos religiosos, que desembocaron en una ruptura al interior de la cristiandad, enfrentaron a familias,
localidades, regiones, naciones e incluso imperios entre sí. Además de
sangrientas batallas, el conflicto se desarrolló en el ámbito artístico:
Por
un lado, las ideas reformistas se inclinaban por el retorno a un cristianismo
primitivo; rechazaban la utilización de imágenes religiosas y consideraban que
el arte
sacro debía ser austero y sobrio.
Por otro lado, la
iglesia católica, sujeta a la jurisdicción papal, empleó el arte como un medio
de propaganda religiosa, surgió así el Barroco, un estilo artístico que se reprodujo en la pintura,
la escultura, la arquitectura, la música y la literatura.
El
Barroco apelaba
a la contemplación de la obra artística como una experiencia sensorial que
involucraba la vista, el tacto y el oído. Este estilo se caracterizó por su
dinamismo en la forma, su excesiva ornamentación, así como por su inclinación a
lo espectacular y monumental. La idea era comunicar la fe al mayor número de
creyentes y consolidar el catolicismo a través de los sentidos.
Observa
el siguiente video acerca del arte y la contrarreforma en la Nueva España.
1. EL ARTE Y LA CONTRARREFORMA EN LA NUEVA ESPAÑA
https://www.youtube.com/watch?v=jY5AKBpGBG8
El
Barroco fue el estilo artístico predominante durante el siglo XVII en la Nueva
España. Pero el Barroco fue más que un género artístico, ya que se pude
comprender como el periodo histórico que abarcó todo el siglo XVII y la primera
mitad del XVIII, el Barroco permeó todas las actividades de la sociedad, por tanto, se
consolidó como un "modo de vivir". Como explica el filósofo Bolívar
Echeverría en su texto “La modernidad de lo barroco”:
“extender el calificativo de
"barroco" de las obras de arte definidas como tales al conjunto de
los fenómenos culturales que las rodean, e incluso a la región o la época en
que ellas fueron producidas, es una tendencia tan vieja como la idea misma de
lo barroco”.
Bolívar
Echeverría. La modernidad de lo barroco. México, Era, 2000.
De
acuerdo con Echeverría, el Barroco tuvo un desarrollo particular en América,
fue practicado tanto por indígenas como por los demás grupos sociales
novohispanos como una forma de apropiarse de la cultura occidental y
redefinirse como mestizos.
El
arte barroco novohispano se caracterizó por la producción de obras religiosas
de gran ornamentación en las que se fusionaron elementos indígenas con formas e ideas europeas, africanas y asiáticas.
Dentro de la
arquitectura barroca, se puede señalar la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México como
una de sus expresiones más bellas. Destaca en particular el Retablo de los
Reyes, obra del escultor español Jerónimo
de Balbás. También son obras barrocas el convento jesuita de
Tepotzotlán, en el Estado de México y el templo de Santa Prisca de Taxco en
Guerrero.
Una
manifestación dentro de la arquitectura y escultura barrocas fue el
churrigueresco. Este estilo recibe su nombre por una familia española de
arquitectos de apellido Churriguera. Fue introducido a la Nueva España por
Jerónimo de Balbás, se caracteriza por una saturación exacerbada de elementos
decorativos. Ejemplos del arte churrigueresco son la Catedral de Zacatecas o la
cúpula de la Iglesia de Santa María Tonantzintla en Puebla.
Por
su parte, la pintura barroca novohispana se caracterizó por la representación
de temas tanto religiosos como profanos, las formas son voluptuosas y
exageradas, las figuras cobran expresividad y movimiento y el contraste de
luces y sombras imprime realismo a las obras. Entre los pintores novohispanos
más destacados se encuentra Cristóbal de Villalpando.
Algunas
de sus obras se pueden apreciar en las catedrales de la Ciudad de México,
Puebla y Guadalajara, así como en el convento de Tepotzotlán. Una de sus piezas
más reconocidas es el retrato de La Plaza
Mayor de México pintado en 1695.
Otro
representante de la pintura barroca novohispana fue Juan Correa. Una de las
obras más conocidas de este pintor de ascendencia africana es La asunción de la Virgen.
Sin lugar a dudas, Sor Juana Inés de la Cruz es una de las mujeres
más ilustres de la historia de nuestro país y una de las exponentes más
importantes de la literatura barroca hispanoamericana. Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillana nació en San Miguel Nepantla,
localizado en el actual Estado de México, un 12 de noviembre; sobre el año de
su nacimiento hay algunas dudas, ella declaró haber nacido en 1651, pero en su
fe de bautismo se asienta que fue en 1648.
Los
datos que se conocen sobre la vida de Sor Juana están basados principalmente en
dos fuentes: la carta autobiográfica que envió a Manuel Fernández de Santa
Cruz, obispo de Puebla, conocida como Respuesta
a Sor Filotea de la Cruz; y la obra Vida de
la madre Juana Inés de la Cruz, religiosa profesa en el convento de San Jerónimo
de la Ciudad Imperial de México, del sacerdote jesuita
Diego Calleja, quien fuera su primer biógrafo.
Sor
Juana pasó los primeros años de su vida en la hacienda de su abuelo materno en
Amecameca, Estado de México. Allí aprendió a hablar náhuatl con los indígenas
que laboraban en la propiedad.
A
los tres años de edad ya sabía leer, aprendió a escondidas de su madre, y
cuando tenía ocho años compuso su primera loa con la que ganó un concurso
local.
Su
gusto por el estudio era tal que llegó a pedir a su madre que la enviara a la
Ciudad de México vestida de hombre para que pudiera asistir a la Universidad,
pero ésta no accedió. Su deseo de mudarse a la capital del virreinato se
realizó en su adolescencia, cuando tras la muerte de su abuelo su madre la
envío a vivir con unos parientes.
Estando
ya en la Ciudad de México aprendió latín en tan sólo diez lecciones. Pronto, la
fama de su inteligencia y belleza llegó a la corte del marqués de Mancera,
virrey de la Nueva España. La virreina Leonor de Carreto se convirtió en su
mecenas y protectora.
Durante
su estancia en el palacio virreinal, por instrucciones del virrey, fue
examinada por un grupo conformado por 40 hombres, los más sabios e ilustres de
la ciudad. La joven Juana Inés salió triunfante de la prueba, gracias a la
agudeza de sus argumentos y réplicas ganó admiración y respeto.
Por
consejo del padre jesuita Antonio Núñez de Miranda, a quien conoció en la corte
y más tarde se convertiría en su confesor, ingresó a la vida religiosa. Primero
lo hizo en el convento de San José con las carmelitas descalzas, pero salió
debido a que la regla era demasiado estricta.
En
un segundo intento, en 1669, ingresó al convento de San Jerónimo, eligió esta
orden, por un lado, porque le daba la posibilidad de comprar una celda
particular con un amplio espacio para instalar su biblioteca personal. Y por
otro porque disponía de tiempo y privacidad para dedicarse a sus estudios y
escritos. Además, sin quebrantar la regla conventual, podía disponer de gente a
su servicio.
Tras
convenirse en jerónima, fue que Sor Juana escribió la mayor parte de su obra
narrativa, la cual es muy variada porque incluye versos sacros y profanos,
villancicos para festividades religiosas, autos sacramentales y dos comedias
teatrales: Los empeños de una casa y Amor es más laberinto.
Gracias
a su talento literario, Sor Juana pudo hacerse de recursos, escribía textos por
encargo y, a cambio, recibía un pago, el dinero lo invirtió en instrumentos
musicales y científicos que le gustaba coleccionar y en ampliar su biblioteca.
A decir de la propia Sor Juana, por gusto sólo escribió un “papelillo” llamado
“El sueño”.
Se trata de su poema más célebre, fue publicado en 1692
bajo el título de Primero sueño,
en él la autora relata el viaje del alma al separarse del cuerpo. Octavio Paz
dedicó un análisis profundo a esta pieza poética en su obra Sor Juana Inés de
la Cruz o Las trampas de la fe.
La
publicación de gran parte de la obra de Sor Juana se la debemos a la virreina
Luisa Manrique de Lara y Gonzaga, condesa de Paredes, quien instó a la monja a
reunir sus poesías con la finalidad de publicarlas en España. Ser una mujer de
letras en una época donde el ámbito intelectual era reservado sólo para los
hombres, le significó a Sor Juana varias dificultades, no faltaron quienes se
empeñaron en reprocharle su dedicación al estudio y a temas mundanos, como lo
hicieran su confesor Núñez de Miranda, el arzobispo de México Francisco de
Aguiar y Seijas y el obispo de Puebla Manuel Fernández de Santa Cruz.
Con este último sostuvo una disputa luego de que,
en 1690, el obispo publicara, bajo el título de Carta atenagórica, una crítica que Sor Juana había formulado
a propósito de un sermón del sacerdote jesuita Antonio Vieyra.
Se desconocen los motivos por los que el obispo
Fernández de Santa Cruz difundió el texto de Sor Juana sin su consentimiento,
también publicó una carta que él mismo escribió bajo el seudónimo de Sor
Filotea de la Cruz, en la que asegura que ninguna mujer debería esforzarse por
aprender ciertos temas filosóficos y sugería a la monja jerónima enfocarse en
temas más sagrados.
En su defensa, Sor Juana escribió el texto conocido
como Respuesta a Sor Filotea de la Cruz.
Lee algunos fragmentos de la Respuesta a
Sor Filotea de la Cruz, el texto ha sido modificado para facilitar su lectura y
comprensión. Dice así:
“[…] Yo no estudio
para escribir, ni menos para enseñar (que fuera en mí desmedida soberbia), sino
sólo por ver si con estudiar ignoro menos.
[…] Empecé a aprender
gramática, en que creo no llegaron a veinte las lecciones que tomé; y era tan
intenso mi cuidado, que siendo así que en las mujeres -y más en tan florida
juventud- es tan apreciable el adorno natural del cabello, yo me cortaba de él
cuatro o seis dedos, midiendo hasta dónde llegaba antes, e imponiéndome ley de
que si cuando volviese a crecer hasta allí no sabía tal o cual cosa que me
había propuesto aprender en tanto que crecía, me lo había de volver a cortar en
pena de la rudeza. Sucedía así que él crecía y yo no sabía lo propuesto, porque
el pelo crecía aprisa y yo aprendía despacio, y con efecto le cortaba en pena
de la rudeza: que no me parecía razón que estuviese vestida de cabellos cabeza
que estaba tan desnuda de noticias, que era más apetecible adorno.
[…] Yo confieso que
me hallo muy distante de los términos de la sabiduría y que la he deseado
seguir, aunque [de lejos]. Pero todo ha sido acercarme más al fuego de la
persecución, al crisol del tormento; y ha sido con tal extremo que han llegado
a solicitar que se me prohíba el estudio.
Pues si vuelvo los
ojos a la tan perseguida habilidad de hacer versos, que en mí es tan natural
[…] he buscado muy de propósito cuál sea el daño que pueden tener, y no le he
hallado […].
Pues si está el mal
en que los use una mujer, ya se ve cuántas los han usado loablemente; pues ¿en
qué está el serlo yo? Confieso desde luego mi ruindad y vileza; pero no juzgo
que se haya visto una copla mía indecente”.
“Lo que sólo he
deseado es estudiar para ignorar menos: que, según San Agustín, unas cosas se
aprenden para hacer y otras para sólo para saber […] Pues ¿en qué ha estado el
delito?”.
Sor Juna no sólo hace una defensa de su capacidad
intelectual, sino que también cuestiona el impedimento impuesto a las mujeres
para acceder a la educación.
En 1693, un par de años después de la publicación
de su respuesta, Sor Juana dejó de escribir, las razones no son claras, hay
quienes señalan que se debió a la renovación de sus votos religiosos y hay
quienes ven una conjura misógina para obligarla a abandonar su labor
intelectual. Lo cierto es que, meses antes de su muerte, Sor Juana firmó el
libro del convento como “yo, la peor del mundo”, ésta se volvería una de sus
frases más célebres.
A principios de 1695, se desató una epidemia en la
Ciudad de México, probablemente se trataba de tifus o fiebre amarilla, la
enfermedad llegó al convento de San Jerónimo causando grandes estragos. Sor
Juana se contagió y murió el 17 de abril de ese año.
ACTIVIDAD SEMANA 34
JUANA INÉS DE ASBAJE RAMÍREZ DE SANTILLANA,
MÁS CONOCIDA COMO SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ
1. Realiza la lectura del texto que se compartió el día lunes 17 de mayo y subraya los datos que te resulten más importantes.
2. Escribe en dos párrafos como mínimo una explicación sobre cómo Sor Juana defendió su derecho a la educación.
3. Incluye una reflexión propia acerca de la igualdad de derechos y oportunidades que debe existir entre mujeres y hombres.
Las actividades de cada semana se comparten los días viernes y se tienen seis días para realizar la entrega de forma puntual.
Recuerda realizar solo una entrega semanal antes del JUEVES 27 de mayo.
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