LA SOCIEDAD NOVOHISPANA

 ESCUELA SECUNDARIA GENERAL «PAPANTLA»



PROFESOR: JOSÉ  VILLAGÓMEZ REYES



HISTORIA II








 

LA SOCIEDAD NOVOHISPANA

 

 

Aprendizaje esperado: Conoce diversos aspectos de la sociedad novohispana. Estudia las formas de diferenciación social, así como algunas características de los sectores sociales del Virreinato.

 

 


 

Énfasis: Estudiar las formas de diferenciación social, así como algunas características de los sectores sociales del Virreinato.

 

 

 

En esta sesión, estudiaras los diversos aspectos de la sociedad novohispana, así como las características principales que se tenían en cada uno de los sectores sociales del Virreinato.

 

 

 

Para empezar, lee un fragmento del libro titulado Monjas, cortesanos y plebeyos. La vida cotidiana en la época de Sor Juana, del historiador Antonio Rubial García. En este fragmento nos cuenta sobre la celebración de Corpus Christi en la Nueva España.

 

 

 

“La vida cotidiana en la época de Sor Juana”

 

Entre las fiestas litúrgicas, la de Corpus Christi era sin duda la que más importancia tenía […] El principal atractivo de esta celebración era la fastuosa procesión que recorría las calles de la ciudad. La marcha se abría con doce hombres a caballo, espada en mano, que representaban la Real Justicia, la autoridad; los seguía una alegre comparsa que marcaba el tono festivo de la celebración, un grupo de danzantes con disfraces y máscaras acompañados por figuras grotescas de gigantes y cabezudos, así como por la “tarasca”; esta era un enorme dragón sobre ruedas, hecho de madera, lienzo y pintura, con ojos espantosos, fauces batientes que lanzaban fuego y humo, sobre cuyo cuerpo, lleno de escamas, iban montados varios personajes, bailando y brincando. La tarasca simbolizaba al diablo, la herejía y la idolatría que serían vencidos por la gracia. Su importancia se avala por un refrán que rezaba: “no hay procesión sin tarasca”.

 

 

 

 

Después de esta comparsa, venía un segundo grupo a caballo: dos hombres tocando sus clarines y mostrando sobre sus vestidos el escudo de armas de la ciudad, otros con tumbales y libreas encarnadas y unos guardias disparando salvas con sus arcabuces. Con este ruido se daba paso a los representantes de todo el cuerpo social que seguían un rígido orden y jerarquía: los gremios y las cofradías, de acuerdo con su importancia, cargaban sus pendones bordados en plata y oro; los religiosos, en el orden de su llegada a Nueva España, llevaban a sus santos fundadores en andas y cubiertos de joyas […]

 

 

 

Un grupo de acólitos sonando campanitas de plata anunciaba el arribo del personaje principal de la procesión. Bajo un rico palio sostenido por dieciséis sacerdotes, avanzaba la enorme custodia de plata y oro […] Luego venían los miembros del cabildo de la Catedral y el arzobispo, revestido con tiara, capa y báculo, símbolo de su autoridad y, cerrando la procesión, el virrey, los oidores y jueces, así como los miembros del tribunal de la Inquisición, del Ayuntamiento, de la Universidad, del Consulado.

 

 

 

Con la procesión de Corpus, retablo vivo de la sociedad, se afianzaba la idea de que cada estamento representaba un órgano del cuerpo social, que era, según el dogma, el cuerpo místico de Cristo. En esta festividad, el monstruo del pecado, de la herejía, de la idolatría, quedaba vencido y la fe cristiana triunfaba.

 

La fiesta de Corpus Christi se originó en Europa durante la Edad Media y tenía lugar el primer jueves de la Octava de Pentecostés, siendo una de las fiestas más importantes del calendario cristiano, por lo que el gobierno de la Nueva España invertía una gran cantidad de dinero y empeño en su realización año con año.

 

 

 

 

Más allá de la pintoresca escena que describe el historiador, algo que remarca muy bien es cómo la procesión de Corpus Christi terminó siendo en la época de la Nueva España un intento de representar cómo se imaginaban que debía ser la sociedad.

 

Tan intensa era esta búsqueda de representación que no fueron pocas las veces que entre los participantes llegaron a haber conflictos debido a que alguien no respetaba el lugar que debía ocupar en la procesión, lo cual era visto como una ofensa para los afectados.

 

Esta forma de actuar tiene su explicación en las características de la sociedad novohispana, tema de la sesión de hoy. La pregunta que buscaremos responder es: ¿Cómo estaba organizada la sociedad novohispana de los siglos XVI y XVII? No olvides anotarla en tu cuaderno y responderla al final de la sesión.

 

Tras la fundación de Nueva España, tanto los religiosos como las autoridades civiles tuvieron ante sí un desafío muy grande ¿Cómo organizar a la sociedad del nuevo reino?

 

 

La respuesta a la que llegaron fue la separación del cuerpo social en dos grandes divisiones o repúblicas, esto a partir de la idea de que dicha sociedad estaba compuesta por dos elementos principales, españoles e indígenas. Así fue como se definió la existencia de una “república de indios”, a la que pertenecerían todos los nativos de estas tierras, y una “república de españoles”, formada por aquellas personas llegadas desde la península a vivir en la Nueva España.

 

 

En el proyecto original ambas repúblicas estarían separadas, siendo en última instancia los religiosos quienes fungirían como enlaces entre indígenas y españoles. De esta manera, los españoles no podían radicar en los pueblos de indios y los indios estaban vedados de habitar las ciudades de los españoles.

 

 

Esta propuesta social conllevaba al mismo tiempo diferencias en cuanto a obligaciones y privilegios, por ejemplo, desde 1571 se definió que los indígenas no podían ser enjuiciados por la Inquisición. Otra diferencia es que los españoles no estaban obligados a pagar tributo y que sólo ellos podían ostentar los cargos más importantes de la administración virreinal.

 

 

 

 

Esta división teórica de la sociedad no siempre se reflejaba en la práctica. Con el tiempo los espacios no alcanzaron para acoger a todos los españoles, por lo que aquellos comenzaron a habitar también en los barrios indígenas, mientras que en los centros de las ciudades también comenzaron a habitar indígenas. Esta situación se repetía en diferentes lugares del virreinato. Frente a lo anterior se levantaron voces a lo largo del siglo XVI y XVII que pedían un retorno a la separación de las dos repúblicas, como el autor de un escrito titulado Sobre los inconvenientes de vivir los indios en el centro de la ciudad, quien recriminaba a los españoles llevar a vivir a los indígenas como sirvientes en sus casas y a “vestirlos a la española”.

 

Además, hay que añadir que, debido a la inserción de la Nueva España en las redes de intercambio y comercio mundiales, comenzaron a migrar a este territorio personas provenientes de otros países de Europa, Asia y África. En el grupo de los europeos arribaron portugueses, italianos e incluso algún inglés, alemán o francés. Todos ellos comenzaron a llegar a partir del mismo momento de la Conquista.

 

 

 

 

Las personas de origen africano llegaron a la Nueva España tras la conquista y su número creció de manera notoria a lo largo del siglo XVI. Eran gente traída de forma forzosa para ser empleados como esclavos. Después de un tiempo, algunos pocos lograron alcanzar la libertad, ya fuera comprándola o huyendo de sus amos.

 

 

 

En lo que respecta al grupo de asiáticos, la gran mayoría se trasladó tras la apertura de la ruta del Galeón de Manila, y aunque es posible que una buena cantidad de ellos llegaran en calidad de esclavos, algunos lograron comprar su libertad. En este grupo podemos encontrar gente del sudeste asiático o japoneses.

 

 

 

Todos estos grupos de personas en un principio quedaban fuera de la división entre república de indios y de españoles, por lo que se empezó a usar el término “casta”, que servía para hacer referencia a las personas que pertenecían a las mezclas entre los diferentes grupos.

 

 

Entre el siglo XVI y el siglo XVII las relaciones entre estos grupos comenzaron a ser más frecuentes, dando como resultado el surgimiento de mestizos quienes tampoco estaban definidos muy claramente. Por ejemplo, en la primera mitad del siglo XVII los archivos parroquiales muestran poco uso del término “mestizo”, por lo que ubicarlos socialmente era más complicado que a un indígena o un africano, y muchas veces los párrocos encargados de los registros resolvían la cuestión ubicando al individuo en la etnia del padre o la madre.

 

 

 

 

A partir de la segunda mitad del siglo XVII, la situación comenzó a cambiar, quizás por la creciente presencia de mestizos en la población. Así comenzaron a aparecer ciertos términos más que “casta”, como “zambo” o “mulato”.

 

 

Este impulso por clasificar y ubicar la gran variedad de los miembros de la sociedad novohispana se intensificó con la llegada del siglo XVIII, momento en el que se popularizaron los llamados “cuadros de castas”, como el que se observa a continuación y que actualmente se encuentra en el Museo Nacional del Virreinato en Tepotzotlán, Estado de México.

 

 

 

Anteriormente muchos historiadores hablaban de la sociedad novohispana como una sociedad de castas, en la que los límites entre etnias estaban muy bien definidos, sin embargo, la realidad era muy diferente, como puedes leer en el libro Nueva Historia General de México, dice así:

 

Algunos indígenas de los barrios de México, Puebla y Valladolid se hacían pasar por mestizos para reclamar la exención del tributo […] Un mulato claro podía, según el contexto, ser clasificado como mestizo o un africano libre como mulato, y un indígena libre, sin pueblo que lo sujetara, vestido a la española y hablando en castellano, era con bastante frecuencia tenido por “mestizo”.

 

 

 

Lo que el estudio de la documentación de la época refleja es que, si bien el origen o el color de piel de los individuos era un componente que jugaba una parte en la definición del lugar que ocupaba un individuo dentro de la sociedad novohispana, hasta cierto punto era un aspecto flexible.

 

 

 

Antes de continuar observa el siguiente video.

 

 

 

De castas y oficio. Historia, Segundo grado, Bloque 2        

 




https://www.youtube.com/watch?v=NKLyvXF2rO0

 

 

 

 

El origen étnico no era el único elemento que importaba en aquella época, puesto que la sociedad novohispana era estamental y corporativa. La razón de esto reside en que las personas de aquel entonces no eran consideradas individuos como nosotros los entendemos actualmente, sino que su identidad y valor dependían de los grupos sociales a los que pertenecían.

 

 

 

 

 

 

 

Proveniente del latín stamentum, los estamentos eran los estratos o grupos en los que se dividía el cuerpo social, dependiendo de la familia en la que se naciera, se podía nacer en una familia noble o en una familia plebeya.

 

La diferencia central entre ambos ámbitos era la existencia de privilegios y obligaciones diferenciados para unos y otros. Por ejemplo, los nobles tenían derecho a portar armas, utilizar el título de “Don” y por lo general sus delitos no eran castigados en público. Es importante señalar que la diferenciación entre plebeyos y nobles abarcaba por igual a ambas repúblicas, razón por la cual las autoridades reconocían la existencia de indígenas nobles, quienes, a diferencia de los indígenas plebeyos, podían, por ejemplo, obtener el permiso de montar a caballo en público.

 

 

La condición de noble o plebeyo dependía de la familia en la que se nacía y, por tanto, era un asunto hereditario y de pertenencia a un linaje. En este sentido, la pertenencia a un estamento no dependía de una cuestión monetaria; podía haber plebeyos ricos, por ejemplo, los comerciantes del Consulado, y también nobles pobres, como es el caso de los hidalgos.

 

 

Sin embargo, había una excepción a esta regla, puesto que el Rey tenía la facultad de brindar la nobleza a quién hiciera méritos suficientes para ello, fuera en el ámbito militar, del gobierno o incluso por medio de la compra de un título nobiliario por una cifra nada despreciable.

 

Aunada a su característica estamental, la sociedad novohispana era fundamentalmente corporativa, esto significaba que los individuos tenían derechos, obligaciones y una función social a partir de las corporaciones o cuerpos sociales a los que pertenecían.

 

 

 

Estas corporaciones por lo general contaban con leyes propias, como organismos de gobierno autónomo, e incluso algunas contaban con fueros particulares donde se juzgaban ciertos delitos o faltas sin que se involucrara el gobierno virreinal. Además, tenían un papel muy importante como intermediarias entre las personas y el gobierno virreinal, por lo que, a través de ellas, las personas podían defender sus intereses frente al virrey o el mismo monarca español.

 

Había corporaciones constituidas por gente que se dedicaba al mismo oficio, como el caso de los comerciantes del Consulado o el gremio de plateros. Otras estaban agrupadas en torno a la participación en un órgano de gobierno, como el caso de los cabildos indígenas o de las ciudades.

 

También existían corporaciones en torno a cuestiones religiosas, como es el caso de las cofradías o las órdenes religiosas, e incluso corporaciones relacionadas con la educación, como fue el caso de la Universidad.

 

Cada una de ellas contaba con sus propias leyes y autoridades, pero también tenían signos externos, como vestidos propios u edificios, que permitían identificar a sus miembros de manera clara.

 

Es importante señalar que una misma persona podía pertenecer a más de una corporación; por ejemplo, un indígena podía formar parte de una cofradía y también ser parte del cabildo de su pueblo o un rico comerciante del consulado que también estuviera dentro de una cofradía y fuera miembro del cabildo de la ciudad.

 

La pertenencia a una corporación podía brindar oportunidades de mejorar su nivel de vida a los individuos dentro de la sociedad novohispana. Por ejemplo, Nicolás de Puerto, quien fuera hijo de un español y una esclava africana, logró volverse un profesor universitario reconocido en el siglo XVII gracias a su ingreso al cabildo de la catedral de la Ciudad de México, esto a pesar de ser mulato.

 

 

Para reforzar los conceptos de corporaciones, cofradías y gremios observa siguiente video.

 

 

La vida política y económica de Nueva España en el siglo XVII

Historia, Segundo grado

 

Del minuto 01:00 al 03:38

 




https://www.youtube.com/watch?v=_Lf6kmn3OTk&t=314s

 

 

 

La sociedad novohispana se organizaba a partir de estamentos, corporaciones y el origen étnico de las personas. Esta variedad de distinciones y diferenciaciones sociales fueron el reflejo de una población que daba mucha importancia a las jerarquías sociales. Lo cual se tradujo en todo un aparato de signos externos y elementos visibles: ropas, joyas, escudos, peinados o medios de transporte, eran formas de demostrar la valía social de las personas.



LA VIDA URBANA Y LA VIDA RURAL NOVOHISPANAS

 

 

Aprendizaje esperado: Identifica las diferencias de las regiones urbanas y rurales.

 

 

 

Énfasis: Identificar las características generales de la vida rural y la vida urbana en la Nueva España

 

 

 

En esta sesión abordarás tanto el mundo urbano como el mundo rural durante el periodo virreinal, esto con la intención de conocer: ¿cuáles fueron las características de las ciudades y del campo en la Nueva España?

 

 

 

Como has estudiado en sesiones anteriores, en el siglo XVI las autoridades civiles y religiosas del virreinato plantearon la organización de la sociedad novohispana a partir de una división básica, a saber, la existencia de una república de españoles y una de indios, las cuales debían vivir en sitios separados. Por esta razón, desde un principio se estableció que la Ciudad de México tendría que estar dividida en dos. El centro de la ciudad quedaría destinado a la población española, mientras que la población indígena se tendría que establecer en los alrededores de la ciudad, ocupando las cinco parcialidades indígenas.

 

 

 

Para su construcción se utilizó un diseño que apareció durante el renacimiento en el continente europeo conocido como “damero”. De esta manera, la ciudad se construyó siguiendo una cuadrícula compuesta por calles rectas y manzanas cuadradas en las que se encontraban los solares dados a los conquistadores para que construyeran sus casas. En el centro de la urbe se estableció una plaza central, donde se encontraba la catedral y los edificios de gobierno tanto del gobierno virreinal como de la ciudad, además de una serie de edificios dedicados al comercio.

 

 

La llegada de nuevos inmigrantes españoles a la Nueva España no se limitó a la Ciudad de México, lo cual implicó necesariamente el establecimiento de nuevas poblaciones destinadas a este sector de la población que no dejaba de crecer. Así fue como aparecieron urbes como Guadalajara, Valladolid, hoy Morelia, Antequera de Oaxaca, Mérida, Querétaro, San Cristóbal de las Casas, Durango, Zacatecas y varias más.


 

Las nuevas localidades españolas regularmente se establecieron en lugares estratégicos, como es el caso de la ciudad de Puebla de los Ángeles, construida en el año de 1531 y que se fundó en el importantísimo camino que iba de la Ciudad de México al puerto de Veracruz. Además de su ubicación estratégica en el comercio, la ciudad se vio beneficiada por la fertilidad de las tierras del valle poblano, lo cual provocó que la población de la ciudad creciera.

 

 

 

Por lo general estas ciudades se fundaban cerca de cuerpos de agua o ríos y buscando en todo momento situarlas en lugares desde donde se pudiera aprovechar la presencia de campos fértiles con presencia de mano de obra indígena cercana. Otros ejemplos de esto pueden ser la ciudad de Oaxaca o la de Valladolid, hoy Morelia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Al igual que en el caso de la capital virreinal, muchas de las ciudades españolas fundadas en el interior del reino novohispano siguieron el modelo de fundación en damero, con una plaza central en la cual se construía la iglesia principal y los edificios de gobierno.

 

 

 

El crecimiento en tamaño e importancia de las ciudades las convirtió en verdaderos centros económicos regionales en las cuales se concentró cada vez más el control político, social y económico de la Nueva España. Ellas eran los centros regionales a donde llegaban los productos que se comerciaban, donde se producían algunas de las manufacturas que requería la población y donde estaban asentadas las autoridades políticas y religiosas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hubo otro tipo de ciudades novohispanas que comenzaron a aparecer en los alrededores de los centros mineros. Una característica de ellas fue que, debido a la orografía del lugar y al crecimiento desordenado, no fueron construidas con el mismo diseño, sino que su traza se volvió irregular, con calles sinuosas, como se puede apreciar en la Ciudad de Guanajuato, Zacatecas o Taxco.

 


 

Un dato interesante es que muchas de estas villas y ciudades españolas fueron fundadas con nombres de ciudades de la Península Ibérica como fue el caso de Antequera (hoy ciudad de Oaxaca), Valladolid (ahora Morelia) o Ciudad Real (hoy San Cristóbal de las Casas), lo cual demuestra la fuerte presencia de inmigrantes españoles desde su fundación.

 

 

Antes de continuar, observa el siguiente video sobre la vida en la ciudad de Zacatecas y pueblos aledaños.

 

 

 

La vida privada en la ciudad de Zacatecas.

 

 

 


https://www.youtube.com/watch?v=bTH7sm-4vcA&t=183s

 

 

 

 

 

Con el tiempo estas ciudades y villas fueron creciendo, en parte gracias a la llegada de mestizos e indígenas. Estos grupos sociales, sumados a los esclavos africanos o asiáticos que pudieran tener las familias más pudientes de cada localidad, propiciaron que las ciudades llegaran a ser sitios con una variedad étnica y cultural mucho mayor que los pueblos de indígenas.

 


No todas las ciudades novohispanas fueron fundadas por españoles. Por un lado, existieron algunas que se originaron en antiguos señoríos indígenas con población indígena, como fue el caso de Tlaxcala o Pátzcuaro. Por el otro lado, como parte del esfuerzo por colonizar y pacificar el norte de la Nueva España, algunos grupos de indígenas, principalmente tlaxcaltecas, fundaron poblaciones en la gran chichimeca, donde se dedicaron a la agricultura o ganadería.

 


Dependiendo de si la ciudad o localidad era de indios o de españoles, su gobierno estaba concentrado en un cabildo o ayuntamiento español o indígena. A esta corporación le correspondía administrar las finanzas de la ciudad, otorgar permisos para que se establecieran los comercios, garantizar el abasto de alimentos para la población, crear o mantener la infraestructura necesaria para la población, distribuir los predios entre los vecinos y organizar las milicias armadas en caso de necesidad.

 

Los cabildos estaban organizados a partir de las figuras de los alcaldes, que se encargaban de fungir como jueces, los regidores, encargados de la administración municipal, y los alguaciles, que estaban a cargo de ejecutar los actos judiciales. Todos esos puestos gozaban con ciertos privilegios y eran ocupados por personas de la misma ciudad durante un periodo determinado de tiempo. Para entrar al cabildo había que ser electo, en un primer momento por los vecinos de la ciudad, es decir, españoles o indígenas según fuera el caso. Sin embargo, conforme avanzó el periodo virreinal, la regla cambió para que sólo los miembros del cabildo pudieran votar, lo cual permitió la concentración del poder en ciertos linajes y sectores de la población.

 

 


Gracias al desarrollo de la economía novohispana durante los siglos XVII y XVIII, las ciudades comenzaron a florecer, dando lugar a una gran cantidad de obras arquitectónicas. La construcción de iglesias, conventos, edificios de gobierno y casas de notables, fue el testimonio más evidente de la importancia política, social, económica y cultural que las ciudades tuvieron durante el periodo novohispano.

 

 

 


ACTIVIDAD SEMANA 32

 

 

 1.  Dibuja en tu cuaderno, o diseña en tu computadora, u hoja blanca el centro de tu localidad.

 

 

 

 

2.  Localiza en el dibujo la iglesia mayor o la catedral, así como el palacio de gobierno o el edificio del ayuntamiento

 

Ahora responde lo siguiente

 

        ¿Qué traza tiene?

 

 

¿Qué elementos de las ciudades novohispanas conserva?

 

 

¿Conserva alguna característica por edificarse cerca de minas o haciendas?

 

 

 

Recuerda realizar solo una entrega semanal antes del JUEVES 13 de mayo.



Las actividades de cada semana se comparten los días viernes y se tienen seis días para realizar la entrega de forma puntual.

 


 










 ¡Buen trabajo! 


Gracias por tu esfuerzo 



 


 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

EL ARTE NOVOHISPANO

EL PODERÍO MEXICA

LA CONQUISTA ESPIRITUAL I