EL PAPEL DE LAS MUJERES EN LA SOCIEDAD NOVOHISPANA
ESCUELA SECUNDARIA GENERAL «PAPANTLA»
CICLO ESCOLAR 2023 – 2024
PROFESOR: JOSÉ VILLAGÓMEZ
HISTORIA II
Segundo de Secundaria
Historia
EL PAPEL DE LAS MUJERES EN LA SOCIEDAD NOVOHISPANA
PDA: Conoce diversos
aspectos de la sociedad novohispana. Estudia las formas de diferenciación
social, así como algunas características de los sectores sociales del
Virreinato.
Énfasis: Reconocer las características de
los papeles establecidos para las mujeres en los diferentes sectores sociales
durante el periodo virreinal.
En la sesión del día de
hoy comenzarás una revisión acerca de los roles que desempeñaron las mujeres en
la Nueva España. Te enfocarás en reconocer las características de los papeles
establecidos para las mujeres dentro del periodo virreinal en los diferentes
sectores sociales.
El
estudio de la historia de las mujeres se remonta a la segunda mitad del siglo
XX. El olvido en el que se encontró por largo tiempo el papel que habían
desempeñado las mujeres en el pasado, se debe en gran medida a que se les
consideraba como actores pasivos en el devenir histórico. Hoy sabemos que no es
así.
Las
mujeres siempre han desempeñado roles activos en la historia de la humanidad.
Sus aportaciones al mundo laboral, científico, tecnológico, artístico, cultural
y político han sido muy relevantes.
Como
señala la doctora Pilar Pérez Cantó, especialista en estudios de género, la
historia de las mujeres en la América hispana es el fruto de la combinación de
experiencias diferentes.
· El modelo diseñado por
la sociedad castellana, el cual fue trasportado al Nuevo Mundo por los
conquistadores como parte de su bagaje cultural;
· Las experiencias
anteriores provenientes de las civilizaciones indígenas, y
· La complejidad cultural
que aportaron los grupos sociales procedentes de África.
La suma
de estos elementos tuvo como resultado historias particulares en los
territorios dominados por la Corona española, distantes de los caminos trazados
para las mujeres peninsulares.
Para
comenzar la revisión acerca del papel de las mujeres en la época colonial, leerás
a un artículo de Pilar Regueiro, titulado “Las españolas en la Conquista de
México”, el cual puedes consultar en el sitio Noticonquista del Instituto de
Investigaciones Históricas de la UNAM. Dice así.
“Durante las
expediciones de conquista en las diferentes regiones mesoamericanas
participaron múltiples protagonistas, tanto en las huestes indígenas como en
las de Hernán Cortés. A pesar de ser conscientes de ello, en varias ocasiones,
omitimos la presencia e implicaciones de otros participantes con pocas
menciones en las fuentes; me refiero particularmente al caso de las mujeres.
Las mujeres indígenas
jugaron un papel fundamental durante la comunicación y el establecimiento de
alianzas entre españoles e indígenas; no obstante, destaca también la
participación de las mujeres españolas que se sumaron a la empresa de conquista
de Cortés.
En general, sabemos que
la mayoría de las españolas procedían de Andalucía, aunque también provinieron
de otras regiones como Extremadura, Castilla y León. Algunas de ellas se
embarcaron a América con sus esposos para unirse a la conquista; otras tantas
migraron con el propósito de encontrar oportunidades diferentes en las nuevas
tierras y contrajeron matrimonio tras la derrota de Tenochtitlan.
Gracias a la
información proporcionada por autores como Bernal Díaz del Castillo, Baltasar
Dorantes de Carranza, Juan de Torquemada o Diego Muñoz Camargo, por mencionar
sólo algunos, es posible conocer las identidades de estas españolas. Asimismo,
las fuentes dan cuenta de las actividades que realizaron durante las batallas
en las que sobresalieron en dos rubros: como soldados y como aprovisionadoras.
Dentro del primer grupo
destaca la participación de María de Estrada, Beatriz Bermúdez de Velasco “La
Bermuda” y Beatriz Hernández.
Estrada, la más famosa
de todas las españolas registradas en las fuentes, participó en las batallas de
Tacuba, Otumba y la derrota de Tenochtitlan. Su destreza en las artes bélicas sorprendió
enormemente a los soldados, según menciona Diego Muñoz Camargo en su Historia
de Tlaxcala:
“Se mostró
valerosamente una Señora llamada María de Estrada, haciendo maravillosos y
hazareños hechos con una espada y una rodela en las manos, peleando
valerosamente con tanta furia y ánimo, que excedía al esfuerzo de cualquier
varón, por esforzado y animoso que fuese, que a los propios nuestros ponía
espanto […]”.
Al ser la única mujer
registrada que montaba a caballo y portaba espada, es probable que se encuentre
representada en la lámina 18bis del Lienzo de Tlaxcala, pues iconográficamente
se diferencia de manera considerable de los españoles que también van a
caballo; además, en esta lámina se asienta la huida de Tacuba, suceso en el que
constantemente es aludida.
En cuanto a Beatriz
Bermúdez de Velasco, es mencionada instando a españoles e indígenas aliados a
enfrentar a los mexicas, amenazándolos, con espada en mano, con matarlos si se
rendían o acobardaban. Por su parte, Beatriz Hernández fue la conquistadora encargada
de la fundación de Guadalajara, en el Valle de Atejamac, junto a Cristóbal de
Oñate y Nuño de Guzmán.
Otras españolas, entre
las que se distinguen Beatriz Palacios, Francisca Ordaz, Beatriz Ordaz, Isabel
Rodríguez, María de Vera o Elvira Hernández, estuvieron a cargo del
aprovisionamiento de las tropas: ya fuera ensillando caballos, alistando las
armas, curando a los heridos o haciendo las guardias nocturnas. La información
acerca de estas aprovisionadoras es mucho menor a la de las españolas soldado;
sin embargo, sabemos de ellas por diversos documentos como aquellos producidos
en el juicio de residencia de Hernán Cortés, donde varias testificaron como
conquistadoras. O bien, mediante cronistas como Bernal Díaz del Castillo, quien
las refiere durante el banquete de celebración de la derrota de Tenochtitlan.
Es interesante destacar
que, una vez efectuada la conquista, algunas españolas recibieron mercedes por
los servicios prestados a la Corona.
Es el caso de María de
Estrada, a quien le fueron entregados los pueblos de Tetela del Volcán y
Hueyapan; o a María de Vera, a la que se le asignaron 300 pesos de ayuda de
costa. Si tomamos en cuenta que legalmente las mujeres no podían tener acceso a
las encomiendas por asignación directa, las conquistadoras se constituyeron en
una excepción jurídica durante la primera mitad del siglo XVI. Esta situación
legal intentaría evitarse mediante la Real Provisión del 3 de agosto de 1546 en
la que se prohibía a las mujeres administrar encomiendas por sí mismas, es
decir, sin la tutoría del esposo, padre o hermano. Aún con las restricciones,
las excepciones legales continuaron ocurriendo en los distintos reinos
hispanos.
En suma, las españolas
antes mencionadas fueron consideradas conquistadoras y jugaron un papel
fundamental para consumar la Conquista de México junto a Cortés y los indígenas
aliados. Pese a que son pocas las referencias acerca de ellas, habría que tomar
en cuenta a otras tantas cuyo registro no se conservó a causa de su condición
social, o a aquellas fallecidas en los naufragios y las batallas”.
Uno de
los principales problemas para el estudio de la historia de las mujeres es la
escasez de fuentes, pese a ello, es posible documentar su presencia en la
esfera pública y privada del virreinato. Como pudiste leer, las primeras
mujeres llegadas a América participaron activamente en los procesos de
conquista, esto mismo ocurrió en diferentes partes del continente sometidas al
dominio español.
Podemos
destacar, por ejemplo, la importante participación de Inés Suárez en la
conquista de Chile o de Mencía Calderón, esposa del adelantado del Río de la
Plata, quien, a la muerte de su marido, se hizo cargo de la expedición a ese
territorio.
Gracias a
diversas fuentes de la Corona española, se calcula que, en el siglo XVI,
llegaron a América alrededor de 45 mil colonos, de los cuales, poco más de 10
mil eran mujeres. Sabemos que las primeras europeas que llegaron al actual
territorio mexicano, una vez consumada la conquista del Imperio mexica y
establecido el virreinato de la Nueva España, procedían de diferentes estratos
sociales. De acuerdo con Josefina Muriel, historiadora mexicana pionera en el
estudio de la cultura femenina novohispana, damas de alta cultura y posición
social, así como de estratos bajos, emprendieron el largo y peligroso viaje
hacia el Nuevo Mundo.
Muchas de
ellas eran confiadas al cuidado y protección de conquistadores, virreyes,
clérigos y funcionarios enviados por la Corona. Estas primeras colonas, junto
con las mujeres indígenas, mestizas y africanas traídas a América, jugaron un
papel fundamental en la conformación de la sociedad novohispana.
La
sociedad colonial se dividía en estamentos o clases sociales y eran
profundamente desiguales, por ello, los roles y normas de conducta establecidos
para las mujeres dependían de su nivel socioeconómico.
Las
diferencias sociales entre las mujeres no sólo se manifestaban a través de la
vestimenta, sino también a partir de las actividades y labores que desempañaban
cotidianamente. En términos generales, en su horizonte de vida se vislumbraban
sólo dos destinos posibles, el matrimonio o el convento.
El
primero, de acuerdo con Noemí Quezada, representaba la única oportunidad de ser
reconocidas socialmente a través del nombre y protección del esposo. El otro
camino aceptado era el ingreso a un convento.
En la
sesión de hoy, te enfocarás en abordar las prácticas en torno a la vida laica
y, en la próxima sesión, revisarás la vida conventual femenina.
Durante
el periodo virreinal la moral católica regulaba prácticamente todos los
aspectos de la vida, el sacramento del matrimonio era la única unión válida.
Sin embargo, como eran bastante caros los derechos parroquiales para contraer
matrimonio, muchas parejas, principalmente en los sectores menos favorecidos,
vivían en amancebamiento. Javier Sanchiz explica que, en general, las hijas
mayores de 23 años y los hijos mayores de 25 podían elegir libremente a su
cónyuge sin necesidad de pedir permiso ni consentimiento de su padre, mientras
que los de menor edad, sí debían obtener dicha aprobación.
Sin
embargo, entre las familias nobles y acaudaladas era común la práctica de los
matrimonios acordados porque la unión de una pareja implicaba mucho más que un
sacramento, en ocasiones, era visto como un convenio o transacción económica. Cuando
una pareja se comprometía era costumbre que la familia de la novia entregara al
futuro esposo una cantidad de dinero y bienes materiales. A esta aportación, se
le llamaba dote.
Eva
Becerril explica que el hombre administraba la fortuna y, en caso de que la
mujer muriese por alguna causa, el marido tenía que regresar completamente la
dote de la esposa. Si habían procreado hijos, la cantidad debía dividirse entre
ellos. Asimismo, de producirse el repudio o la separación, tendría que devolver
la dote íntegramente.
La
doctora Pilar Gonzalbo Aizpuru, especialista en historia de la educación en
México y en historia de la familia en la Nueva España, señala que los valores
religiosos de la época colonial adjudicaban a las mujeres una serie de virtudes
y defectos. Desde la perspectiva cristiana, “la mujer encarnaba a Eva y a
María, el origen del pecado y la fuente de la salvación”. Esta dualidad
contradictoria colocaba al género femenino en una condición de inferioridad
respecto al masculino, puesto que se consideraba que las mujeres eran más
propensas a caer en tentaciones y, por ello, debían estar bajo la tutela de sus
esposos, padres, hermanos o algún otro varón de carácter moral superior. Bajo
esta lógica, la virginidad femenina se consideraba una virtud muy importante en
la sociedad novohispana porque la honra familiar, y sobre todo la masculina,
dependían en gran medida de la castidad de las doncellas.
Otro
valor fundamental de la sociedad novohispana era la maternidad producida dentro
del matrimonio, se consideraba que era obligación de las mujeres concentrarse
en la crianza y educación de los hijos en su hogar, para así cumplir con los
preceptos religiosos y la honorabilidad familiar.
La educación
era otro elemento en la vida de las mujeres que dependía de su posición
socioeconómica.
Las hijas
de familias españolas y criollas acomodadas recibían una instrucción básica que
incluía lecciones de lectura, escritura, matemáticas elementales, música y
religión en conventos o las escuelas llamadas Amigas.
Estas
últimas representaban una oportunidad laboral para viudas españolas y huérfanas
criollas, quienes ejercían como maestras y recibían una remuneración por sus
servicios.
La
educación conventual fue impartida principalmente por religiosas dominicas y
franciscanas. En los conventos se aceptaban como internas a niñas pequeñas,
generalmente familiares de las monjas, además de aprender a leer y escribir,
tomaban clases de canto y recitaban oraciones en latín, también se les
enseñaban labores del hogar como cocina, costura y trabajos manuales. Las
jóvenes que decían no profesar como monjas egresaban de los conventos para
contraer matrimonio.
Sin lugar
a duda, una de las instituciones educativas para mujeres más importantes del
virreinato fue el Colegio de las Vizcaínas, fundado en 1767 en la Ciudad de
México. Su importancia radica en que en él se impartió, por primera vez en la
Nueva España, una educación laica.
Mariana
Córdoba explica que esta institución ofrecía la educación más completa que
podían tener las mujeres en el virreinato, pues además de las primeras letras,
la doctrina cristiana y los oficios, también enseñaban: historia, aritmética,
álgebra, geografía y latín.
El
Colegio de las Vizcaínas fue planeado y creado por iniciativa privada y
sostenido a partir de donaciones, en sus inicios se inauguró con niñas
españolas, pero posteriormente se admitieron niñas mestizas e indias.
En cuanto
a la educación de las mujeres de escasos recursos, Córdoba apunta que, las
casas de recogimiento eran instituciones que dieron albergue temporal a mujeres
pobres, maltratadas y a jóvenes que se consideraba que estaban en peligro
moral, así como a señoras que estuviesen separadas de sus maridos.
Los
recogimientos representaban un apoyo para la educación y formación de las
mujeres novohispanas que no pertenecían a las clases sociales altas, en ellos
se ofrecía apoyo comunitario para una vida digna y una formación piadosa.
Por su parte,
las niñas indígenas recibían una instrucción diaria de la doctrina cristiana,
en las primeras décadas del siglo XVI se crearon internados que funcionaban
como colegios para las hijas de la nobleza indígena, sin embargo, fueron
abandonados y se extinguieron hacia 1545, debido a que los jóvenes indios
preferían casarse con mujeres educadas conforme a las costumbres prehispánicas.
En lo que
respecta a los oficios y labores que desempeñaban las mujeres podemos desatacar
lo siguiente:
Por un
lado, las mujeres de estratos desfavorecidos participaban activamente en la
economía novohispana, principalmente en el comercio; vendían alimentos
preparados, frutas, verduras y otros productos agrícolas; atendían pulquerías,
formaban parte del servicio en casas de familias ricas o se contrataban
nodrizas, algunas ejercían trabajos especializados como las parteras, sabemos
que incluso existieron mujeres que destacaron como actrices y toreras. Todas
estas labores en muchos de los casos representaban el único medio de
subsistencia para las mujeres que los practicaban y para sus familias.
Por otro
lado, las mujeres que pertenecían a estratos altos también participaban de
actividades económicas. Pilar Pérez Cantó señala que algunas mujeres heredaban
casas y haciendas que administran, vendían o alquilaban. También hubo mujeres
que pidieron licencias para explotar minas. En algunas fuentes notariales
aparecen como beneficiarias en testamentos y en contratos de compraventa.
Asimismo, en los archivos eclesiásticos de los conventos de monjas actuaban
como prestamistas o percibiendo rentas de edificios alquilados.
Para
conocer más acerca de la participación de las mujeres en la economía
novohispana, observa el siguiente video de la doctora Pilar Gonzalbo.
1. Las mujeres de la Nueva España
Las
mujeres fueron y son sujetos históricos que, a la par de los hombres, han coprotagonizado
los hechos. Pudiste constatar que, aunque en muchas ocasiones se les haya
invisibilizado y relegado a un ámbito familiar y privado, tuvieron una
presencia importante en la sociedad y la economía novohispanas.
Antes de terminar,
reconoce qué pasaba mientras tanto en otras partes del mundo.
En el
siglo XVIII, Mary Montague, introdujo en la Inglaterra la inoculación de la
viruela como un tratamiento para la enfermedad. Hizo inocular a sus propios
hijos y se enfrentó a los prejuicios contra esta práctica. Se le considera
precursora de las vacunas.
Además de
las obras mencionadas a lo largo de la sesión, puedes consultar otras fuentes
bibliográficas, digitales y audiovisuales que tengas a la mano, por ejemplo, el
tomo III de la Historia de la vida cotidiana en México, coordinado por Pilar
Gonzalbo.
ACTIVIDAD SEMANA 37
El papel de
las mujeres en la sociedad novohispana
1.
Realiza la lectura del contenido del día
lunes 7 de junio, reflexiona en torno al papel de las mujeres en la sociedad
novohispana.
2.
Escribe dos párrafos en donde
expliques cómo el status socioeconómico influía en los roles y labores que
desempeñaban las mujeres durante la época colonial.
1.
Las calificaciones del
tercer periodo de evaluación se compartirán el día jueves 17 de junio a partir
de las 16:00 horas.
2.
La entrega de la
actividad de la semana 37 se solicita a más tardar el día miércoles 16 de junio.
3.
Si existieran
actividades de semanas atrasadas se pueden enviar para su evaluación hasta el día
15
de junio.
4.
El tercer periodo
de evaluación comprende de la semana 23 a la semana 37.
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